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.Como todo confirma que nadie pudo habrselo llevado.-Entonces todava debera estar all.Pero no est._Un momento.Decimos que no est porque no lo hemos encontrado.Pero quiz no lohemos encontrado, porque no lo hemos visto donde estaba.-Hemos mirado en todas partes!-Mirado, pero no visto.0 bien visto, pero no reconocido.Dime, Adso, (.cómodescribió Severino el libro? qu palabras utilizó?-Dijo que haba encontrado un libro que no era suyo, que estaba en griego.-No! Ahora recuerdo.Dijo que haba encontrado un extrao.Severino era una personaculta y para una persona culta el griego no es extrao, aunque no sepa griego, porque almenos puede reconocer el alfabeto.Una persona culta tampoco calificara de extraauna obra en rabe, aunque desconozca el rabe.-Se interrumpió un momento-: Y quhara un libro rabe en el laboratorio de Severino?-Pero por qu calificara de extrao un libro en rabe?-Este es el problema.Si dijo que era extrao es porque tena un aspecto insólito, insólitoal menos para l, que era herbolario y no bibliotecario.Y en las bibliotecas sucede que275Umberto Eco El Nombre de la Rosamuchas veces se encuadernan juntos varios manuscritos antiguos, reuniendo en un solovolumen textos diferentes y curioos, uno en griego, uno en arameo.-Y uno en rabe! -grit fulminado por aquella iluminación.Guillermo me arrastró con rudeza fuera del nrtex, para que regresase corriendo alhospital:-Teutón bruto, mastuerzo, ignorante, sólo has mirado las primeras pginas y el restono!-Pero maestro ---dije jadeando-, vos mismo mirasteis las pginas que os iba mostrandoy dijisteis que era rabe y no griego!-Tienes razón, Adso, la bestia soy yo.Corre, rpido!Regresamos al laboratorio, y nos costó entrar porque los novicios ya estaban sacando elcadver.Haba otros curiosos en la habitación.Guillermo se precipitó hacia la mesa y sepuso a revisar los libros en busca del volumen fatdico.Los iba arrojando al suelo antela mirada atónita de los presentes, despus los abra y volva a abrir todos dos veces.Pero, ay!, el manuscrito rabe no estaba all.Recordaba vagamente la vieja tapa, nomuy robusta, bastante gastada, reforzada con finas bandas de metal.-Quin ha entrado desde que me march? -preguntó Guillermo, a un monje.Este se encogió de hombros: era evidente que haban entrado todos, y ninguno.Tratamos de pensar quin poda haber sido.Malaquas? Era verosmil, saba lo quequera, quiz nos haba vigilado, nos haba visto salir con las manos vacas, y habaregresado seguro de que lo encontrara.Bencio? Record que, cuando se habaproducido nuestro altercado a propósito del texto rabe, haba redo.En aquel momentome haba parecido que se rea de mi ignorancia, pero quiz riera de la ingenuidad deGuillermo, pues l saba bien de cuntas formas diferentes puede presentarse un viejomanuscrito, y quiz haba pensado en ese momento lo que nosotros sólo pensamos mstarde, y que habramos tenido que pensar en seguida, o sea que Severino no saba rabey que por tanto era extrao que entre sus libros hubiese un texto que no poda leer.0acaso haba un tercer personaje?Guillermo se senta profundamente humillado.Trat de consolarlo, dicindole que hacatres das que estaba buscando un texto en griego y era natural que hubiese descartadotodos los libros que no estaban en griego.El respondió que sin duda es humano cometererrores, pero que hay seres humanos que los cometen mas que otros, y a sos se losllama tontos, y que l se contaba entre estos ltimos, y se preguntaba si haba valido lapena que estudiase en Pars y en Oxford para despus no ser capaz de pensar que losmanuscritos tambin se encuadernan en grupos, cosa que hasta los novicios saben, salvolos estpidos como yo, y una pareja de estpidos tan buena como la nuestra hubierapodido triunfar en las ferias, y eso era lo que tenamos que hacer en vez de tratar deresolver misterios, sobre todo cuando nos enfrentbamos con gente mucho ms astutaque nosotros.276Umberto Eco El Nombre de la Rosa-Pero es intil llorar --concluyó despus-.Si lo ha cogido Malaquas, ya lo habrdevuelto a la biblioteca.Y sólo podremos recuperarlo si descubrimos la manera deentrar en el finis Africae.Si lo ha cogido Bencio, habr imaginado que tarde o tempranose me ocurrira lo que acaba de ocurrrseme y regresara al laboratorio, o no habraprocedido tan aprisa.De modo que se habr escondido, y el nico sitio donde no existeninguna probabilidad de que se haya escondido es aquel donde primero lo buscaramos,es decir, su celda.Por tanto, volvamos a la sala capitular y veamos si, durante lainstrucción del caso, el cillerero dice algo que pueda sernos til.Porque al fin y al caboan no veo claro que se propone Bernardo: buscaba a su hombre antes de la muerte deSeverino, y con otros fines.Regresamos a la sala capitular.Habramos hecho bien en ir a la celda de Bencio,porque, como supimos ms tarde, nuestro o joven amigo no valoraba tanto a Guillermoy no se le haba ocurrido que ste regresara tan pronto al laboratorio, de modo que,creyendo que no lo buscaran, haba do a esconder el libro precisamente en su celda.Pero de eso ya hablar en su momento.En el nterin sucedieron hechos tan dramticose inquietantes como para hacernos olvidar el libro misterioso.Y, si bien no loolvidamos, tuvimos que ocuparnos de otras tareas ms urgentes, vinculadas con lamisión que, de todos modos, deba Guillermo desempear.Quinto daNONADonde se administra justiciay se tiene la molesta sensación de que todos estn equivocados.Bernardo Gui se situó en el centro de la gran mesa de nogal, en la sala capitular.Junto al, un dominico desempeaba las funciones de notario; a izquierda y derecha, dosprelados de la legación pontificia hacan de jueces.El cillerero estaba de pie ante lamesa, entre dos arqueros.El Abad se volvió hacia Guillermo para decirle por lo bajo:-No s si el procedimiento es legtimo.El canon XXXVII del concilio de Letrn, de1215, establece que no se puede instar a nadie a comparecer ante jueces cuya sede seencuentre a ms de dos das de marcha del domicilio del inculpado.En este caso lasituación quiz no sea sa, porque es el juez quien viene de lejos, pero.-El inquisidor no est sometido a la jurisdicción regular -dijo Guillermo-, y no estobligado a respetar las normas del derecho comn.Goza de un privilegio especial, y nisiquiera debe escuchar a los abogados.Mir al cillerero.Remigio estaba reducido a un estado lamentable.Miraba a sualrededor como un animal muerto de miedo, como si reconociese los movimientos y losgestos de una liturgia temida.Ahora s que tema por dos razones, a cual ms temible:una, porque todo pareca indicar que lo haban cogido infraganti; la otra, porque desdeel da anterior, cuando Bernardo haba comenzado a investigar, recogiendo rumores e277Umberto Eco El Nombre de la Rosainsinuaciones, tema que saliesen a la luz sus errores del pasado.Y su agitación habaaumentado ,nmchsirnO cuando vio que cogan a Salvatore.S1 el infeliz Remigio era presa de sus propios terrores, Benardo Gui, por su parte, sabamuy bien cómo transformar en pnico el miedo de sus vctimas.No hablaba: mientrastodos esperaban que comenzase el interrogatorio, sus manos se demoraban en unosfolios que tena delante; finga ordenarlos, pero con aire distrado
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